Ganadores del 1º y 2º premio del IX Certamen de poesía Chozas de la Sierra

Os presentamos los dos poemas que el jurado del IX Certamen de Poesía Chozas de la sierra determinó como ganadores. Queremos dar las gracias a la veintena de participantes y a todas las personas que hicieron posible este año la celebración del certamen y el concierto poético, muy especialmente, al grupo de poesía de la Asociación quienes año tras año ponen todo su conocimiento y cariño en crear un ambiente mágico en el que durante una hora brilla la poesía recitada. Este año también, nuestro agradecimiento y de nuevo otro aplauso para la actuación musical de Mónica Monasterio y Horacio Lovecchio.

 

 

1º Premio para el poema Ocho de abril, presentado por Javier Adrada de la Torre

Ocho de abril

una noche de cumpleaños sin velas

solo en el callejón de ropa tendida

como banderas apátridas de la república de los desterrados

negro suburbio de ratas prehistóricas

y exviriles paradas de autobús taladas por la mitad

nada más que el eco yermo de tus zapatos

y el desgarro de un perro emasculado que llora en alguna chabola

pero tú estás impasible

una sombra te sigue

date la vuelta una sombra te está siguiendo

desesperada de esquina a esquina de acera a acera

se arrastra como una araña parapléjica y moribunda

una sombra te sigue

pero tú estás impasible

tal vez esa sombra eres tú mismo

el tú del pasado en busca de sus pasos perdidos

de pronto una navaja acaricia tu cuello

sin duda ha sido la caricia más dulce de tu vida

un brazo te atrapa y te deja inmóvil

la cartera o la vida te grita al oído

sea quien sea está muy nervioso

pero tú estás impasible

la vida respondes

porque la cartera no la llevo vacía

sea quien sea se marcha llorándote

un hombre como tú duerme entre cajas y mantas sucias

tan patético que te has preguntado qué cojones hay en el suelo

pero él no es como tú

él ya se cansó de caminar y vegeta en su letargo sin sueños

tú nunca dejarás de deambular por estos arrabales

errabundo como un cuervo ciego

nunca saldrás de aquí

pero tú sigues impasible

a lo lejos alguien te llama

es una súplica que te llama por tu nombre

quizás el grito desgarrador de alguien que lee tu lápida

aunque no creo que nadie acuda a tu funeral

o que siquiera te levanten una lápida cuando mueras

o quizás eres tú mismo el que te llama

desde las abisales negruras del ayer arrebatado

o quizás es ella cuando todavía se acordaba de tu nombre

pero tú aún sigues impasible

un contenedor derrama su basura por los suelos

te recuerda a un camello abierto en canal vertiendo sus vísceras

tú también perdiste tus entrañas y ahora estás vacío

pero claro eso a ti no te importa

tú seguirás siempre impasible

impertérrita estatua que vaga por estos callejones

como un cristo crucificado en una procesión de semana santa

hasta que un día llegues a la esquina donde te mataron

y a lo mejor después de tantos años impasibles

lo entierres todo bajo lágrimas

2º Premio para el poema Lo que soy, presentado por María Fernández Arconada.

Quiero hablarte de mí, pero quiero hacerlo de una manera particular,

quiero que sepas que confío.

Confío más en los perros que en los humanos.

Confío en las manos de mi madre,

porque las veo delicadas y protectoras,

incapaces de hacerme daño.

Confío en los pasos de mi padre,

porque el camino le ha enseñado mucho,

y le ha hecho un buen hombre.

Confío en tus ojos,

porque cuando me miran fijamente me siento a salvo por un momento.

Confío en mí misma solo a medias,

solo en algunas cosas.

Confío en la risa de los niños,

porque aún no está manchada,

porque se mantiene pura e inocente.

Confío en las estrellas fugaces,

porque, aunque no me creas,

han cumplido hasta mis deseos más disparatados.

Confío más en el chocolate que en el sexo,

porque el orgasmo está asegurado.

Confío en las personas sencillas por fuera y complejas por dentro,

porque son interesantes de leer,

y aborrezco a aquellas que son justo al revés.

Confío en la naturaleza,

porque es lo más sabio que existe,

y lo más valioso también.

Confío en que nunca dejarán de existir personas buenas,

y valientes,

que al fin y al cabo es lo mismo.

Confío en el destino,

porque, a pesar de ser imprevisible,

me ha dado motivos para hacerlo.

Confío más en mi oído que en mi vista,

pero quizá sea solo porque soy miope.

Confío en la inteligencia de mi hermana,

porque no tengo dudas de que es la persona que mejores consejos me ha dado.

Confío en la sonrisa de mi hermano,

porque es sincera y dulce,

porque consigue agarrar la mía y sacarla de su escondrijo en los días más grises.

Confío en el perdón,

porque yo la he cagado muchas veces.

Confío en que siempre llevaré conmigo,

a todas las personas que han dejado su firma en mi vida.

Confío en que las primeras arrugas que me salgan,

sean la consecuencia de tanto reír.

Confío en mi casa,

porque me ha visto crecer en todas mis formas,

porque nunca nos ha abandonado.

Confío en la música,

porque me ha hecho vivirlo todo con más intensidad,

porque me ha ayudado a sacar lágrimas que se morían por salir,

me ha levantado de la silla y me ha puesto a bailar.

Confío hasta en la muerte,

porque acaba con el sufrimiento,

porque nos obliga a valorar la vida,

Confío en que todo el mundo tiene algo de luz dentro,

por muy tenue y débil que sea.

Confío en el karma,

supongo que simplemente porque me reconforta.

Confío en las mentes abiertas,

en las almas ansiosas por conocer mundo y mundos.

Confío en la fuerza del amor,

del amor en cualquiera de sus esencias,

porque es lo único por lo que merece la pena existir.

Confío más en los políticos que en las promesas,

o sea que fíjate si confío poco en las promesas.

Confío en las lecciones que aprendemos por equivocarnos,

solitos,

porque las aprendemos de nosotros mismos,

y como somos unos seres egocéntricos nunca las olvidamos.

Confío en que,

leyendo estás palabras,

hayas sonreído al menos una vez,

y si no ha sido así,

confío en que lo estés haciendo ahora.

Y ahora,

que sabes todo esto,

confío en que me sigas queriendo como siempre.